miércoles, 12 de noviembre de 2008

la elegancia ni se crea ni destruye, solo se transforma


Anduve una tarde de la semana pasada dándole vueltas a las fórmulas de cortesía que debemos emplear cuando nos dirigimos a alguien que no conocemos - necesidades de la clase del día siguiente - y me topé con un concepto, creo, ya olvidado, en desuso, en esta sociedad de hoy: la elegancia. ¿Está reñida la elegancia con la gracia, la nobleza y la sencillez? Yendo más allá, ¿tiene algo que ver con el decoro, el buen gusto o el refinamiento? Claro está, si se desconocen las normas básicas de comportamiento, lógicamente, estos conceptos ni tan siquiera tendrán cabida en nuestro vocabulario. ¿Quiénes dan muestra de elegancia hoy y son espejos de nuestros niños y jóvenes? No se me ocurren nombres...
¿Ser elegante significa vestir de Armani, Calvin Klein o Hugo Boss? La ropa se paga pero no la elegancia, ¡menos mal! ¡Qué gustazo da ver conducir con gracia un Mercedes SLK descapotable biplaza si además es una rubia con gafas D&G y no pasa de los 25 tacos y aparece en paños menores en la portada de esta semana de Interviú! Yo me apunto a la plaza libre de su derecha, ¿y quién no?
Asistimos a un acto de buen gusto personificado cuando se dirigen a las cámaras de televisión las vicepresidentas gubernamentales y sus maquillajes que hacen bueno el dicho de "aunque la mona se vista de seda...", no si la que es fea es fea y punto y al que no le guste que no mire. ¡Ay la nobleza! Que les pregunten a los ministros de economía de España y que respondan por el dinero que voló del nido del cuco a los bolsillos de los cucos.
¿El decoro? o mejor dicho, ¿el honor, el respeto y la reverencia que se debe a una persona por su nacimiento o dignidad? Los desconocemos también aunque nuestro linaje no pertenezca a los Grandes de España ni hayamos emparentado jamás con la Monarquía, esto es, vas por la calle, empujón de un fulano y si te he visto no me acuerdo, al menos en Francia son más educados; te dan el empujón o el pisotón en el metro o por la calle, qué más da, y luego se disculpan aunque te acuerdes en voz alta y en cristiano de su progenitor y su santa madre cien millones de veces. Total, les da igual.
En las clases de Física y Química de 2º de BUP siempre escuché de la boca de mi profesor, hoy compañero, que "la materia ni se crea ni se destruye solo se transforma", conclusión que me lleva a pensar que la elegancia tampoco se compra, ni se traspasa de padres a hijos ni está en venta en El Corte Inglés, tan solo hay que transformarla en nuestro interior y mostrársela a los demás. Afortunademente.

3 comentarios:

dr dijo...

Hombreeeeee, ya has puesto el contador....
No hay nada que se te resista, campeón!.

Por cierto, estupenda reflexión, no hay nada más grotesco que el pretender ser elegante a golpe de billete...

Santi dijo...

Esto es como la fábula del burro y la hormiga. El que tiene un buen rabo, no necesita un mercedes.

Excelente artículo, por cierto.

Santi dijo...

Por cierto, amigo Luis Carlos, el juez Garzón por lo visto, después de la que armó, una vez que se ha quedado tranquilo demostrando que Franco ha muerto, al parecer ha decidido dejar la investigación.